Completando la ruta voladora que me llevó por tierras de Cuenca y Guadalajara, no podía faltar una tercera visita:
Arcones, Segovia.
Uno de los vuelos más extraordinarios hasta el momento. El despegue y el aterrizaje fueron técnicamente buenos y en el vuelo conseguí elevarme sobre el nivel del despegue (circunstancia poco frecuente en mi).
En resumen, una agradable tarde de septiembre, con una sensación de Paz y soledad a la vez. Disfrutaba del vuelo mientras observaba como abajo, las sombras del atardecer iban conquistando el terreno soleado y la temperatura bajaba a mi alrededor. Aparte de Loli, solamente el ganado y una pareja de buitres fueron cómplices de mi vuelo. Bueno, también un grupito de jubilados que paseaban cerca del aterrizaje observaron con atención mis maniobras.